Saltar al contenido

Las 22 lecciones que aprendí en 2022

Durante 2022 atravesé un intenso proceso de autoconocimiento e introspección y obtuve muchas enseñanzas que me van a acompañar durante el resto de mi vida. En este artículo hago un balance del año y te cuento las principales lecciones que aprendí.

Así arranqué 2022

Para quienes no me conocen o para quienes no conversan conmigo a diario, voy a contarles algunos datos de contexto, para que entiendan desde dónde les hablo.

Cuando comenzó el año 2022 me encontraba en crisis en prácticamente todos los aspectos de mi vida. Tal como les comenté en el apartado Quien soy, en 2021 tuve una ruptura amorosa que generó un gran impacto en mi vida.

Pero ese episodio no fue aislado, sino que fue el resultado de un derrotero que había arrancado tiempo atrás. Antes de esa separación tenía serias dificultades en casi todas las áreas importantes de la vida: En mis relaciones, en mi trabajo, en mi salud y en mi ciudad de residencia.

Y, sobre todo, me encontraba completamente desconectado de mí mismo, de mi esencia, de mi espiritualidad, de mi mundo interno. Estaba –como suele decirse- completamente dormido.

Y lo que hizo el Universo conmigo a fines de 2021, fue despertarme de una cachetada.

Hasta ese momento nunca había sufrido grandes adversidades. Nunca había sufrido demasiado por amor, ni por falta de dinero, ni por el fallecimiento de un ser querido. Nunca se había presentado alguna circunstancia que me causara un impacto demasiado fuerte. Había tenido una vida con altas y bajas, pero sin tocar fondo en ningún momento.

Eso cambió cuando mi ex pareja decidió separarse de mí.

Yo me sentía plenamente enamorado de ella, al punto que pensaba quedarme a su lado durante mucho tiempo o quizás por siempre y me parecía lógico y natural proyectar una familia juntos.

En ese momento no lo advertí, pero seguramente el amor que le tenía no nacía desde el lugar más sano, ya que había generado hacia ella una fuerte dependencia emocional. Con los años, ella se convirtió en mi felicidad y en mi principal sostén (tal vez el único), sobre todo en esta última etapa en la cual no me encontraba bien.

Esta ruptura amorosa fue muy sorpresiva para mí. Tanto es así que jamás habíamos conversado sobre la posibilidad de separarnos hasta que ella lo planteó y lo concretó.

Esta fue la primera gran cachetada que recibí. De un momento para el siguiente, la mujer que amaba se estaba yendo y yo ni siquiera entendía por qué.

Durante algún tiempo creí que esta cachetada había sucedido en el momento más inoportuno, en el momento que menos herramientas tenía para afrontar esa situación.

Pero en realidad fue exactamente al revés. Sucedió en el momento que más impacto positivo tuvo en mí, ya que el dolor fue tan intenso que me obligó a conectarme con mi mundo interno y a revisar hasta los aspectos más elementales de mi ser.

Durante este año avancé profundamente en mi proceso de sanación, descubrí los Registros Akáshicos, el Reiki y la meditación, me conecté con mi esencia y obtuve grandes aprendizajes. A pesar de que extraño muchísimo a mi ex pareja, el crecimiento que tuve durante 2022 hace que todo el dolor haya valido la pena.

Las 22 lecciones del 2022

A partir de aquí voy a mencionar las 22 lecciones más importantes que aprendí en mi viaje de autoconocimiento. El número 22, además de coincidir con el año, es un número maestro y solo por eso me agrada.

El sufrimiento es un motor de cambio

Cuando nuestro nivel de malestar es inferior a nuestro miedo al cambio, solemos resignarnos y mantenernos en el mismo lugar. En cambio, cuando el sufrimiento se vuelve insoportable la única opción viable es cambiar.

Tomar la decisión de cambiar significativamente el rumbo de nuestra vida suele ser la consecuencia de experimentar una saturación de sufrimiento. Es decir, al no aguantar más la realidad en la que estamos, tomamos la decisión de cambiar nuestra forma de pensar y de comportarnos.

El sufrimiento tiene un rol indispensable en nuestra vida ya que nos da coraje para asumir riesgos y aventurarnos a lo desconocido.

La aceptación es la clave para dejar de sufrir

“Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento”. Esta frase es de un filósofo colombiano llamado Gerardo Schmedling, que es citada con frecuencia por el conferencista y escritor español Borja Vilaseca, a quien escuché mucho durante este año y cuyas enseñanzas están por todas partes en este artículo.

Aceptar implica dejar de luchar contra la realidad, pretendiendo que cambie y se adapte a nuestros deseos y necesidades. A medida que avanzamos en el proceso de aceptación, el sufrimiento disminuye.

Lo voy a explicar desde mi ejemplo. Cuando sufro por mi ruptura amorosa, sufro porque no la acepto. Sufro porque quiero que la realidad sea diferente. Sufro porque quiero que mi ex pareja vuelva a tener un vínculo amoroso conmigo. Pero eso no sucede.

Esa situación no es buena, ni mala. Es neutra. En todo caso, lo que me hace sufrir es la interpretación que hago de esa situación. Lo que me hace sufrir no es la separación en sí. Lo que me hace sufrir es que no la acepto. Entonces, el problema está adentro mío.

Cuando dejo de luchar contra la realidad (cuando dejo de pretender que mi ex pareja vuelva a estar conmigo) es cuando comienzo a aceptar la situación y el sufrimiento empieza a ceder.

El último paso de la aceptación es encontrar el valor, el sentido y el propósito de todo lo que sucedió.

Todo es perfecto

La idea de que todo lo que sucede es perfecto proviene de los filósofos estoicos, entre ellos Séneca. Y en mi experiencia es completamente cierta. Todo es perfecto tal como es. Lo que sucede es justo lo que tiene que suceder para que podamos descubrir quiénes verdaderamente somos y cuál es nuestro auténtico propósito de vida. Lo justo y necesario para poder avanzar.

Mientras atravesamos el sufrimiento es muy difícil entender de qué forma esa situación podría ser perfecta. Es decir, de qué forma podría aportarnos algo valioso a largo plazo. Pero cuando pasa el tiempo y miramos hacia atrás podemos entender que nada jugó más a nuestro favor que aquello que nos hizo sufrir en primer lugar.

Cada vez que me conecto con la tristeza por la separación –porque me sigue sucediendo- primero la vivo: la siento, la reconozco y la transito. Y cuando ya estoy listo pienso en todo lo que avancé durante el año. Pienso en todo lo que esa tristeza me enseñó y de qué forma me hizo evolucionar.

¿Cómo estaría hoy si nada de esto hubiera sucedido? ¿Qué estaría haciendo? ¿Me habría conectado con mi mundo interno? ¿Estaría abriendo mis Registros Akáshicos? ¿Tendría claro cuáles son los dones que vine a desarrollar? ¿Hubiera avanzado de la forma que avancé?

Practicar el desapego

Esta es otra de las grandes lecciones del 2022. Para que tengan noción de dónde vengo, cuando comenzó el año ni siquiera conocía este concepto. O lo conocía mal. Creía que el apego era algo así como un aprecio muy fuerte, un afecto, un cariño. En otras palabras, lo relacionaba con el amor. Cuando en realidad es todo lo contrario. El apego está más cerca del miedo que del amor.

Cuando estamos apegado a otra persona creemos que esa persona es nuestra felicidad. Es decir, proyectamos fuera de nosotros la felicidad que no encontramos dentro.

Ahora entiendo que para lograr una relación de pareja madura cada parte debe buscar la felicidad adentro de sí mismo y no afuera. Solo así es posible amar sin depender. Al estar llenos por dentro, ya no esperamos nada de afuera y somos libres de compartir.

Amarse a uno mismo

Para estar llenos por dentro y practicar el desapego es indispensable amarnos a nosotros mismos. Este concepto se escucha permanentemente en ámbitos del desarrollo personal o espiritual, Pero ¿Qué significa realmente?

Lo más importante de este concepto tiene que ver con qué tipo de pensamientos, comportamientos y acciones nos profesamos a nosotros mismos.

Cuando nos amamos somos capaces de escucharnos, atendernos, aceptarnos, respetarnos y valorarnos. En definitiva, somos capaces de ser amables con nosotros mismos en cada momento y frente a cualquier situación.

Ser coherentes con nosotros mismos

Amarnos a nosotros mismos también implica vivir en coherencia con nuestra alma y con nuestra esencia. Esto se puede aplicar a todas las áreas de la vida, como la actividad profesional que desarrollamos o las relaciones que mantenemos.

También pasa por el cuidado de nuestro cuerpo físico y por encontrar un equilibrio entre la actividad, el descanso y la relajación. E incluso tiene que ver con sanar nuestras heridas emocionales.

Para amarnos debemos conocernos

Si vivimos en piloto automático, totalmente desconectados de nosotros mismos y no sabemos quiénes somos, qué pensamos y qué nos gusta difícilmente podamos darnos el amor que necesitamos.

Entonces, para amarnos a nosotros mismos primero debemos replegarnos en nuestro interior y atravesar un proceso de autoconocimiento.

Felicidad es paz interior

Creo que la felicidad es un estado de bienestar que se logra cuando uno, aquí y ahora, se encuentra a gusto, en paz y con la sensación de que no falta nada.

De esta forma, mi manera de entender la felicidad está mucho más relacionada con la paz interior que con otras emociones como el gozo, la alegría, o la diversión. 

La manera de alcanzar estados de felicidad más frecuentes y duraderos es viviendo en armonía con nosotros mismos, conectados a nuestra naturaleza esencial, y con nuestro plan de vida.

Por supuesto que esto no se logra en un instante. Es un recorrido que inicia un día y dura para siempre. Pero, para que comience, debemos dar un primer paso. Debemos abrir la puerta.

Disfrutar la soledad

Cuando empezamos a buscar la felicidad adentro, y poco a poco la encontramos, empezamos a disfrutar cada vez más de nuestra soledad.

Una vez que conquistamos nuestra soledad la decisión de compartir con otros surge de la libertad, ya que no está relacionada con la necesidad de que otros nos brinden lo que no hemos podido darnos a nosotros mismos.

Cuando estamos felices estando solos es cuando mejores conexiones podemos lograr con otras personas. 

Al conectar con nuestra fuente interna de bienestar y dicha, entramos en la vida de los demás desde la abundancia, ofreciéndoles lo mejor de nosotros sin necesitar ni esperar nada a cambioBorja Vilaseca

El mundo exterior es un reflejo del mundo interior 

Como es arriba, es abajo. Como es adentro es afuera. Este es el más popular de los siete principios herméticos de El Kybalion .

Plantea que mientras el mundo interno es la causa, el mundo externo es el efecto. De esta forma, si deseamos cambiar el efecto no nos queda otra que cambiar la causa.

Por ejemplo: Si hay muy poco amor en nuestro mundo interno, es probable que tampoco lo encontremos en el exterior.

Lo mismo se aplica a las relaciones. Cuando vibramos en una determinada frecuencia atraemos a nuestra vida personas y situaciones que vibran en esa misma frecuencia.

Si no estamos a gusto con las personas que se encuentran en nuestra vida, más que culparlas e intentar cambiarlas, lo más efectivo es cambiar nuestra frecuencia vibratoria para atraer a otras personas.

Todo forma parte de un plan

Antes de nacer, el alma –junto a sus guías y maestros- planifica las principales experiencias que va a vivir durante su encarnación.

Soy consciente de que este punto puede ser difícil de aceptar para muchos. Pero creo firmemente en lo que digo.

La idea que quiero transmitir es que todos los eventos importantes de nuestra vida fueron planificados antes de nacer. Nada es casual. Nada es aleatorio. Nada sucede porque sí.

Cuando se dice que El mundo es una escuela quiere decir que las almas eligen encarnar en la Tierra con el objetivo de aprender determinadas lecciones y de esa forma evolucionar.

Por más difícil que sea la etapa que estemos viviendo, fuimos nosotros mismos quienes la planificamos antes de nacer.

Esto no significa que no tengamos ningún poder de decisión en este plano de existencia. El libre albedrío existe y lo podemos utilizar, pero en general nuestra alma decide respetar su planificación prenatal.

Vivir el presente

Nuestra mente suele permanecer largos períodos de tiempo perturbándose por experiencias del pasado o con ansiedad por hipotéticos eventos del futuro.

Vivir en un tiempo distinto al presente es uno de los principales factores de sufrimiento y nos impide ser felices aquí y ahora.

Si observamos nuestra mente y detectamos qué pensamientos tenemos cuando viajamos hacia adelante o hacia atrás tendremos mucha información sobre aquello que debemos sanar para ganar paz interior.

Pero paralelamente es importante detectar cuáles son las actividades que nos mantienen en el aquí y ahora. En mi caso, las actividades que más me ayudan a anclarme al presente son conectarme con mi espiritualidad (respirar, meditar y abrir mis Registros Akáshicos), ir a la naturaleza, hacer actividad física, leer, escribir y conversar.

Cuando estamos sanos somos libres

Las heridas que conservamos del pasado afectan en gran medida nuestro presente. Cada vez que tomamos decisiones o actuamos influenciados por esas heridas, nos volvemos rehenes de nuestra sombra.

En cambio, si nos conectamos con nuestro mundo interno y comenzamos a andar el arduo pero necesario camino de la sanación interna, lo que ganamos es libertad.

A partir de entonces, las decisiones que tomemos estarán plenamente alineadas con nuestra esencia y no con nuestros traumas.

El tiempo no cura

Es muy conocida la frase “El tiempo todo lo cura”. Pero este concepto me parece completamente falso. El tiempo, por sí mismo, no resuelve nada, al menos si hablamos de sanar conflictos internos y heridas emocionales.

Sanar un trauma o una herida es una decisión consciente que comienza cuando nos hacemos cargo de aquello que queremos sanar.

Por supuesto que muchos procesos de sanación requieren tiempo. Y a veces requieren mucho más tiempo del que quisiéramos. Pero los tiempos son los que son y solo podemos aceptarlos. 

Además, cada persona tiene tiempos únicos, perfectos y necesarios para sanar. Lo que nunca debemos hacer es seguir los tiempos de otros.

Encontrar las herramientas que resuena con nosotros

Existe una enorme variedad de herramientas que nos ayudan a hacer introspección, conocernos, conectarnos con nosotros y sanarnos. Todas son excelentes, pero cada persona resuena más con unas que con otras.

Guiados por la intuición podemos ir probando distintas opciones hasta encontrar la más adecuada para nosotros.

En mi caso la herramienta que más resonó conmigo fueron los Registros Akáshicos. Y no tuve grandes dificultades para encontrarla. Creo que es una de las mejores herramientas para iniciar un proceso de sanación.

A mí siempre me han brindado la información que necesitaba en cada momento específico para poder avanzar. Y muchas veces los Registros me han recomendado otras prácticas terapéuticas que me podían servir para trabajar temas específicos. Hace poco, por ejemplo, me recomendaron constelar un trauma familiar.

El trabajo interno nunca termina

Cuando sanamos una herida, otras tantas salen a la luz. Así funciona el trabajo interno de sanación. Nunca acaba. Y cuando creemos que hemos avanzado bastante, siempre aparecen nuevas heridas que sanar, incluso de vidas anteriores o del árbol familiar.

De todas formas, el Universo nunca nos envía retos más difíciles de lo que somos capaces de asumir.

Todos tenemos derecho a equivocarnos

Vivimos en una sociedad que penaliza demasiado los errores. Pero gracias a ellos crecemos, evolucionamos. Los errores cumplen una función indispensable en nuestra vida. Todos, en mayor o menos medida, nos equivocamos.

Tomar consciencia de esto puede ser doloroso. Nuestro ego se resiste a aceptarlo. Pero, en definitiva, asumir nuestros errores y perdonarnos por ellos es un paso enorme en nuestro camino de evolución.

Supongamos que discutimos con alguien, y que fuimos hirientes el uno con el otro. Lo primero que podríamos hacer es asumir nuestra parte de responsabilidad. A través de un proceso de introspección nos preguntamos ¿En qué me equivoqué? Una vez que lo tenemos claro, lo aceptamos y nos perdonamos por ello. Este primer proceso nos libera de la culpa.

El siguiente paso consiste en reflexionar sobre los errores de la otra persona, ¿En qué creo que se equivocó? Una vez que lo descubrimos, lo aceptamos y lo perdonamos. En definitiva, tiene el mismo derecho de equivocarse que nosotros. Este perdón sucede en nuestro fuero interno, en nuestro corazón, la otra persona ni se entera. Pero este paso nos libera del rencor.

En caso de que sea posible, puede haber un tercer paso en el cual dialoguemos con la otra persona y le pidamos disculpas por nuestros errores. A menos que nos encontremos con alguien muy descentrado, es posible que la otra persona también se disculpe por su parte de responsabilidad.

Finalmente, nos preguntamos ¿Qué aprendí de todo esto? ¿Qué puedo hacer para que no vuelva a suceder?

No tomar decisiones apresuradas

Si estamos ante una decisión importante y no estamos completamente seguros sobre aquello que queremos hacer, seguramente no sea el momento de actuar.

No me refiero a que tengamos miedo, incertidumbre o ansiedad ante una gran decisión. Por ejemplo, si estamos ante un cambio de trabajo, pueden aparecer miedos e inseguridades. Pero, si sabemos que esa decisión se encuentra en armonía con nuestra esencia, lo lógico sería avanzar por más miedos que tengamos.

Me refiero a cuando no tenemos claridad sobre qué queremos para nuestra vida. En estos casos, cualquier decisión es apresurada. Aquí, nuevamente, lo más conveniente es replegarnos en nuestro interior para conectarnos con las respuestas que están dentro.

Cuando hayamos integrado lo que verdaderamente queremos, todo a nuestro alrededor se va a disponer para que suceda lo que tiene que suceder. Y la decisión que antes parecía confusa, se va a revelar con toda claridad.

Cuando no fluye, hay que cambiar

El concepto que mayoritariamente se tiene sobre insistir y perseverar como forma de lograr un objetivo no me representa completamente.

Creo que solo aplica cuando estamos seguros que aquello que queremos lograr está plenamente alineado con nuestra naturaleza esencial.

Si no lo está, podemos perseverar infinitamente, que jamás vamos a obtener grandes resultados.

Confiar en la intuición

La intuición es un don que viene del alma. Es cuando sabemos algo, pero no sabemos cómo lo sabemos. Es muy difícil de explicar y solo se comprende desde la experiencia.

A veces la intuición se puede confundir con las emociones. La diferencia es que las emociones vienen del ego, de la personalidad. Y no del alma. Las emociones son transitorias y pasajeras. Poco sólidas.

En caso de tener dudas sobre si algo viene de la intuición o de las emociones, es recomendable dejar pasar el tiempo, no actuar impulsivamente. Podemos esperar a un momento que sintamos una gran conexión con nuestro interior y si en ese instante seguimos recibiendo el mismo impulso, seguramente estemos ante una manifestación de nuestra intuición.

De la misma manera que sucede con todas las habilidades, hay quienes tienen la intuición más y menos desarrollada. Pero esto no quita que todos podamos trabajarla.

Para desarrollar la intuición es indispensable salir del plano mental y conectarse con el corazón. Esta habilidad está fuertemente ligada con la energía femenina.

No estamos solos

Cuando sintamos que algo es una señal, es porque lo es. No lo dudemos, no racionalicemos. Son nuestros guías hablándonos. Son nuestros ángeles guardianes. Para sentirlos simplemente debemos abrirnos. Dejarnos llevar.

Nuestros guías espirituales están aquí para ayudarnos. Pero nosotros tenemos que darles paso, tenemos que abrirles la puerta.

Cuando nos abrimos a esa conexión, empezamos a sentir su presencia todos los días. Si genuinamente les permitimos formar parte de nuestra vida llegará un punto en el cual será habitual recibir su guía y orientación.

Cuando nos despertamos no nos podemos volver a dormir

Es improbable que luego de atravesar un proceso tan profundo y movilizador como es el despertar espiritual nos podamos desconectar de todo y volvamos al estado de inconsciencia original. 

Cuando nos conectamos con la parte Divina que llevamos dentro ya no nos podemos desconectar. Y a partir de allí el proceso de aprendizaje se hace más ameno, más suave, más amigable. Ya no necesitamos sufrir para aprender, sino que podemos hacerlo de una manera más sutil.

Así estoy cerrando 2022

El año 2022 probablemente fue el más duro de todos los que me ha tocado vivir, pero sin duda fue el más importante. Por más difícil que haya sido, estoy saliendo de él con un tesoro. Ahora me conozco mucho mejor que antes y tengo las ideas mucho más claras. Esto me brinda una gran oportunidad.

El tesoro que ahora tengo me permite construir un gran castillo en mi interior, del tamaño que quiera y con las características que yo quiera. Sé cómo hacerlo y sé cómo lo quiero. Solo debo mantenerme alineado a mi esencia y seguir el susurro de mi intuición.


Estemos en contacto por redes sociales

Si la espiritualidad es parte de tu vida y deseas compartir tus experiencias conmigo, te invito a que me escribas y que hagamos de este viaje un camino compartido.


Entradas relacionadas